Elecciones

Foto: El 2 de mayo de 1945 los soviéticos tomaron el Reichstag (Parlamento alemán) derrotando al ejército nazi.

01/11/2021

Por qué libertarios y trotskystas nunca ganarán una elección

Las reglas electorales del sistema argentino, las ideas políticas defendidas y la proporción ideológica de la población son obstáculos que no permitirán a estos partidos ganar una elección ejecutiva y decidir los destinos del país. 


Aclaraciones varias.

Para este artículo se analizarán las seis candidaturas que se presentaron en la provincia de Buenos Aires ya que sería imposible, en tan pocas palabras, hacer un estudio tan acabado de todo el sistema electoral argentino con su multipartidismo. Es por eso que se realiza este recorte completamente arbitrario.

Sepa comprender el lector que, además, se supondrá la ubicación de cada partido en el espectro ideológico, a pesar de que haya debates en cada uno de ellos. De esta manera se ubicará al Frente de Izquierda en la izquierda (este es sencillo), al Frente de Todos en la centroizquierda, Vamos por Vos en el centro, Juntos por el Cambio en la centroderecha y finalmente el Partido Libertario y Valores de mi País a la derecha. Entrar en una justificación de por qué el liberalismo es de derecha sería algo muy extenso de tratar en este artículo, pero, como dice el eslogan de esta página, este es un periodismo subjetivo (como todos en realidad).

Resumen

1. Existen partidos de masas fuertemente ideologizados y partidos atrapalotodo que se dedican a ganar votos, sin importar de donde vengan estos.

2. Los partidos trotskystas, "celestes" y libertarios están más cerca de los primeros, dándole más énfasis a la ideología, relegando votos del extremo contrario del espectro ideológico.
3. El sistema electoral argentino, además, desincentiva la conformación de alianzas ya que otorga múltiples premios a los partidos políticos.
4. Si estos partidos no empiezan a hacer concesiones ideológicas, no podrán acceder nunca a un cargo ejecutivo.

Tipos de partidos políticos

A grandes rasgos se pueden definir dos. Por un lado, está el tradicional partido de masas del siglo XX, un partido con características fuertemente ideológicas, representando al sector trabajador mayoritariamente. Se oponían a partidos conservadores, de elites y sectores burgueses que debieron recurrir a métodos fraudulentos para conservar el poder. Miremos la Argentina del Partido Autonomista Nacional, por ejemplo, donde perdió completamente la hegemonía con la Unión Cívica Radical, un partido representante de los sectores medios e inmigrantes y que fue desplazado no por las urnas, sino por la fuerza. Sin embargo, quizás la definición de partido de masas no sea la más apropiada para la UCR, pero ya habrá tiempo para definirlo.

Estos partidos se caracterizan por una fuerte disciplina partidaria, el votante no elige cuadros, elige ideas representadas en un programa bien definido, el cual debe ser defendido por todos los miembros de la organización. Si el candidato es A o por el contrario si es B, es indistinto, el programa se mantiene, no cambia y se debe respetar.

Con el correr de los años surgen distintas fragmentaciones en la sociedad y los movimientos obreros, mucho más complejos, ya no pueden unificarse bajo una misma idea. Volvamos a recordar la historia argentina en donde sindicatos controlados por ideas comunistas, anarquistas y hasta socialistas son reemplazados, paulatinamente, por personajes peronistas, con un fuerte enfrentamiento entre ambos sectores.

Es así como va apareciendo un nuevo partido a mediados del siglo XX, más precisamente luego de la Segunda Guerra Mundial, denominado partido atrapalotodo, atrapatodo o catch-all. Una de las mejores formas de definirlo es como un partido electoral profesional. El objetivo de estas organizaciones no es otro más que llegar al poder, y para eso necesita votos. Por esta razón, buscarán votos de la sociedad, de toda la sociedad, de izquierdas y derechas, sin distinciones.

Para graficarlo más claramente, un partido de izquierda luchará por los votos de su sector ideológico, pero la derecha no lo votará. Lo mismo le pasará al partido de derecha que será repudiado por la izquierda. Será entonces el atrapalotodo quien logrará quedarse con ambos, o por lo menos lo intentará, y para eso recurrirá a consignas vaciadas de carga ideológica ("daremos más seguridad", o bien "mejoraremos la educación"), con mayor presencia del líder (Sergio Massa yéndose del kirchnerismo para formar un nuevo partido, Mauricio Macri entrando en política creando un partido nuevo para eso) y con una militancia relegada a un papel secundario frente a la hegemonía de la estrategia comunicacional (los call-center del PRO o el nuevo video de Juntos por el Cambio que bien podría ser llamado "chetos descubren la militancia").

El presente es de los partidos atrapalotodo, los partidos de masas no van a desaparecer en un sistema como el argentino, pero no pretendan que logren el máximo poder si no ceden en su ideología.

Sistema electoral

La forma en que se organizan las elecciones en un país, tal como ya había explicado el politólogo francés Maurice Duverger, determina la cantidad de partidos que existirán en competencia. De esta forma, el sistema de colegios electorales establecido en Estados Unidos fomentará el bipartidismo en tanto se requiere ganar un Estado para conseguir electores, no hay premio para quien sale segundo.

En el caso del argentino esto es muy distinto. Cuantos más premios se les ofrezcan a los partidos políticos, mayor será la dispersión de los mismos. Si solo hubiera un único ganador, los partidos empezarían a hacer alianzas para quedarse con el único trofeo en disputa, pero en el caso argentino existen elecciones legislativas que se reparten de manera proporcional a los votos sacados, un partido que solo hubiera sacado un 4% en la provincia de Buenos Aires ya podría acceder a un premio, y esto sin tener que relegar su posición ideológica. Si le sumamos las múltiples gobernaciones e intendencias que ofrece el país, la ecuación se hace más atractiva.

El gran debate de la estrategia política suele ser casi siempre el mismo, mantenerse fiel a los ideales o "tragarse un sapo", es decir pactar con aquellos con los que no se está de acuerdo ideológicamente con el fin de llegar al poder (Sergio Berni como ministro de seguridad de Axel Kicillof, por ejemplo). Con el primero el partido se mantiene puro, pero tiene muy pocas chances de generar cambios significativos en la realidad, mientras que, en el segundo, si bien se cede mucho, se logra cambiar algo.

¿Pero entonces por qué no ganarán?

Los partidos como los comunistas o los libertarios, que hoy tienen una fuerte presencia mediática, aunque podríamos sumar otros como los partidos "celestes" como el de Cynthia Hotton, mantienen su pureza ideológica, por lo que son más parecidos a los partidos de masas. Lo principal son las ideas, no importa quien las lleva adelante, los programas no cambian y, si uno ve los debates, puede notar como presentan propuestas constantemente.

Mauricio Macri, quien en 2015 corría tercero en las encuestas presidenciales, y con un discurso fuertemente ideológico y antikirchnerista, empezó a defender políticas como la Asignación Universal por Hijo y la estatización de Aerolíneas Argentinas, de las cuales su partido ya se había mostrado en contra, y a partir de este cambio en la estrategia comunicacional fue que superó primero a Massa y luego a Daniel Scioli, para quedarse con el premio mayor. En otras palabras, terminó cediendo en su ideología.

A nivel nacional, el Frente de Izquierda se vanagloria por considerarse la tercera fuerza, pero si miramos los números solo logró superar por poco el 5%, mientras que Juntos por el Cambio y el Frente de Todos concentraron el 40% y el 31% respectivamente.

Además de esto, el sistema electoral no motiva a los partidos a crear alianzas. Para comprobar la importancia de esto se debe recordar la Reforma Política de 2009 que estableció el sistema de Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) pero que, además, estableció la obligatoriedad de los partidos de superar el 1,5% de los votos para poder participar de las elecciones generales. Este requisito permitió la unión del Partido Obrero, Izquierda Socialista y el Partido de los Trabajadores Socialistas en lo que hoy conocemos como Frente de Izquierda, sin este cambio la dispersión en la izquierda seguiría siendo igual.

A diferencia de la izquierda, el sector libertario no tiene tanta dispersión, sino que la separación es más que nada territorial, el cual sería el gran limitante a nivel nacional. El resto de los partidos de derecha, como Valores o Unite, son bastante marginales, sobretodo a nivel de exposición mediática, por lo que personajes como José Luis Espert o Javier Milei tienen facilidades para poder hegemonizar ese espectro ideológico. Sin embargo, más allá de este detalle, tienen un techo electoral que no pueden superar.

Conclusión

Tanto el Frente de Izquierda como el Partido Libertario, como máximos exponentes de la izquierda y derecha dura, respectivamente, tienen una disyuntiva que superar. Mantienen su identidad ideológica a riesgo de haber alcanzado un techo que no pueden superar o se "tragan un sapo" y empiezan a hacer alianzas con otros partidos. En cuando al partido de Valores, al surgir como partido "celeste" no hay posibilidad alguna de pactar con otros partidos en sus ideas fundamentales, por lo que estarán condenados a la marginalidad a menos que se reconfiguren como un partido con propuestas más variadas.

Por lo pronto, parece que la decisión está tomada y todos elegirán la primera de ellas. Conseguirán votos, conseguirán escaños, pero por más que festejen son cargos que no servirán más que para intentar imponer alguna agenda, porque ni la izquierda ni la derecha dura serán decisivas en ninguna elección.

De los 257 diputados, solo 2 son de izquierda, menos de un 1%. Suponiendo que saquen dos más, más 3 o 4 que puedan sacar los libertarios, apenas podrían alcanzar un 3% de los miembros de la cámara. Hotton ni siquiera tendría los números como para conseguir un representante. Y en el Senado la situación es mucho peor, deberían salir, aunque sea, segundos en alguna elección, y las únicas posibilidades de dar un batacazo sería la izquierda en Jujuy y el Partido Libertario en la Capital, desplazando en ambos casos al Frente de Todos. Pero aun si se diera este espectacular resultado, serían solo 2 senadores en una cámara de 72, menos del 3%.

En todo el mundo las preferencias ideológicas de la población suelen tener forma de campana, donde la mayoría se ubica en el centro y disminuye el número a medida que se acercan a un extremo, lo que hace que los partidos extremistas sean relegados, salvo en países parlamentarios en donde tienen la posibilidad de formar parte del gobierno. Pero estamos en Argentina, un presidencialismo que te exige votos para legitimarte, y donde nuestros partidos extremistas, en estas condiciones, nunca los conseguirán.


24/06/2019

Por qué las PASO no funcionan

Se reaviva el debate para ver si deben eliminarse las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) ante la falta de voluntad de los partidos políticos para la utilización de esta herramienta.

La Reforma Política de 2009 impulsada por el kirchnerismo estableció una elección previa donde se eligen primarias obligatorias en todos los partidos. Esta ley tenía la intención de evitar que estructuras partidarias impongan candidaturas a la ciudadanía. Si bien muchos cargos locales y gobernaciones dirimen se dirimen de esta forma, en la mayoría de las elecciones para gobernador y las presidenciales los partidos suelen hacer acuerdos para imponer un solo candidato. De esta manera, en las elecciones presidenciales del 2019 habrán 9 partidos distintos y en todos los casos van con lista única.

El paralelismo obligado son las elecciones de Estados Unidos, un sistema presidencialista y con primarias hace mucho tiempo. La pregunta es ¿por qué allí las primarias funcionan y no en Argentina? La tradición política electoral tiene que ver con esto y explica la dificultad para la imposición de una reglamentación en sistemas que a priori parecerían iguales pero tienen diferencias importantes.

¿Cómo se vota en Estados Unidos?

El sistema electoral de Estados Unidos fomenta el bipartidismo entre el Partido Demócrata y el Republicano. Es un sistema indirecto en donde en cada Estado se eligen electores y no candidatos. La cantidad que proporcionará cada Estado depende de la población que tengan, por ejemplo Texas tiene 34 mientras que Utah tiene 5. Lo particular es que quien saque más votos en un Estado se queda con la totalidad de los electores, por lo que un partido independiente debe ganar elecciones sino queda relegado a la marginalidad.

El presidente electo será entonces quien consiga más electores y no más votos. Por ejemplo, en las elecciones del 2016 donde el republicano Donald Trump fue electo presidente, la candidata demócrata Hillary Clinton había sacado 3 millones más de votos, pero al contar la cantidad de electores el primero tenía 304 frente a los 227 demócratas. El tercer puesto se lo llevó el libertario Gary Johnson con más de 4 millones de votos, pero como no ganó la elección en ningún Estado la cantidad de electores que tuvo fue de cero.

Cada candidatura se define a través de internas abiertas. Inclusive siendo un presidente que busca su reelección, como hará Trump en 2020, aunque en estos casos si no se bajan sus rivales suele ser alguna candidatura marginal. Volviendo al ejemplo de 2016, antes de la elección general se habían enfrentado Clinton contra Bernie Sanders, entre otros, mientras que Trump se enfrentó a otros republicanos como Ted Cruz por ejemplo. Como ambos ganaron sus internas se vieron las caras en la elección general de noviembre.

Este sistema hace que los partidos sean sólidos ya que cualquier escisión de los mismos está condenada al ostracismo. Entonces la competencia será siempre dentro del partido, pero aquí surge una cuestión fundamental, ¿cómo hacer campaña en contra de alguien que es un aliado? ¿Cómo podía hacer campaña Trump para enfrentarse a alguien como Cruz que, a fin de cuentas, es un aliado partidario?

La tradición democrática de Estados Unidos viene de larga data así como el desarrollo de campañas electorales perfeccionadas. El marketing político evolucionó muy fuertemente y desplazó las cuestiones ideológicas más duras, lo cual permite un enfrentamiento de dos candidatos que mantienen una ideología similar, pero a su vez este enfrentamiento no termina por generar un desgaste del partido fruto de los golpes que se proporcionan. Es decir, Trump no tiene la necesidad de atacar fuertemente a Cruz sino que tiene otras alternativas de comunicación política para prevalecer en la interna y, de esta manera, lograr que el apoyo al republicanismo no se vea afectado.

El caso argentino

Cada vez que se impone un cambio en un sistema electoral habrá problemas en cuanto a su aplicación, y las PASO son un ejemplo claro. No solo por la utilización o no de las mismas, sino, en el caso de que se utilicen, por las consecuencias que traen para el partido, donde los ataques entre candidatos de un mismo espacio generan una merma de votos en la elección general. En este sentido pueden presentarse varias diferencias respecto del sistema estadounidense.

Las elecciones de Estados Unidos son indirectas, es decir que se eligen electores que luego elegirán un presidente. En Argentina la elección es directa, se elige un presidente sin intermediarios, por lo que gana el que tenga más votos. Independientemente de las opiniones sobre qué sistema es mejor, el argentino genera una mayor dispersión partidaria, en parte por el reparto proporcional de cargos en el Poder Legislativo y por una elección presidencial que supone segunda vuelta, por lo que no es necesario ser el partido más votado en una elección, solo alcanza que el rival no supere el umbral mínimo que lo designe como presidente.

Esto genera que las estructuras partidarias en la Argentina no sean tan sólidas como lo son en el país del norte. Suponiendo un ejemplo, si aparece en un partido una facción interna que quiera competir por el liderazgo, es mucho más probable que se produzca una escisión y en vez de resolver las disputas con una interna se resuelven dentro de la elección general. Esto atenta contra la posibilidad de que haya una interna en un partido, lo cual es lógico, ¿por qué alguien se presentaría en una interna que sabe que va a perder en vez de armar un nuevo partido y participar de las elecciones generales donde, además, puede obtener representación legislativa?

Otra cuestión tiene que ver con el marketing político que, si bien viene desarrollándose fuertemente desde el año 83 en adelante, también tiene un fuerte componente ideológico debido a la polarización que existe. Cambiemos se presentó como un partido profesional electoral, un partido catch-all (atrapatodo), logrando dejar el componente ideológico de lado y permitiéndole, de esta forma, una interna sumamente exitosa que le ayudó, posteriormente, a ganar la presidencial. En el peronismo esto es más difícil debido a la amplitud ideológica y el fuerte arraigo que tiene con un modelo económico específico, por lo que es más difícil separar el componente ideológico.

De esta manera el peronismo se ha quebrado en dos espacios en donde cada uno lleva un candidato distinto, Frente de Todos con Alberto Fernández y Consenso 2030 con Roberto Lavagna. El tercero en disputa, Sergio Massa, se unió al espacio de Fernández pero no para participar en una interna, que seguramente perdería, sino que será el postulante a la cámara de diputados. Por su parte el gobierno está yendo por la reelección de Macri asique es ilógico pensar que pudiera haber internas dentro de este espacio. Se podría decir incluso que es sano que no haya interna porque significaría un golpe fuerte a la autoridad presidencial. Incluso en el caso de Estados Unidos, si hubiera una facción contraria a la del presidente que busca su reelección, suele ser marginal y con poco apoyo.

Esto es importante porque las internas generan un deterioro para el espacio muy fuerte, tal como han manifestado partidos de izquierda o incluso peronistas. No existe la capacidad, la tradición democrática ni la solidez partidaria como para hacer campaña en contra de un aliado sin tirarle a matar, y si se mata al aliado se mata al partido. Por eso los partidos políticos argentinos ven la competencia interna como un síntoma de debilidad, como una herramienta que solo daña la imagen del mismo frente al electorado.

Un ejemplo de análisis fue la elección para gobernador de la provincia de Buenos Aires del 2015. Se enfrentaron Aníbal Fernández y Julián Domínguez por el kirchnerismo, ganando el primero. La lista kirchnerista salió primera en la elección, pero cuando fue Fernández solo sacaron casi 100 mil votos menos. Incluso hubo 800 mil votos más de una elección a la otra, donde el kirchnerismo no pudo obtener ninguno de estos, relegando el primer puesto y dándole la victoria a María Eugenia Vidal de Cambiemos. Las PASO fueron trágicas para el kirchnerismo.

Costo financiero

El diputado nacional de Cambiemos Adrián Pérez aseguró que "las PASO son una gran encuesta nacional muy cara" y si vamos a los datos concretos es difícil refutar esta afirmación. El costo monetario de una elección nacional es elevado además de que no hay ninguna interna nacional, no se define nada más que los partidos que superan el 1,5% de votos que estarán habilitados para la elección general.

Sin embargo, este no puede ser un argumento para determinar si se debe o no hacer una elección. Si un sistema mejora la representatividad del electorado, no importa que el costo sea mayor, se debe privilegiar el sistema democrático frente a su costo monetario. Un argumento disfrazado de chicana podría ser que una dictadura es mucho más barata. Y esto no termina con las PASO sino, por ejemplo, también con las elecciones cada dos años, un sistema que permite cambios paulatinos en el Poder Legislativo. Si se hicieran cada 4 años junto a las presidenciales se correría el riesgo de sufrir cambios drásticos en la composición, tal como sucede con el Poder Ejecutivo, generando problemas de gobernabilidad.

Esto no quiere decir que no podamos discutir el costo. Hoy en día hay alternativas que aseguran la representatividad y a un costo mucho menor. Por ejemplo en lo que tiene que ver con la impresión de boletas, se podría solucionar con la implementación de un sistema de boleta única de papel. En vez de imprimir millones y millones de boletas para cada partido solamente sería necesaria una por elector, ni siquiera debería haber una preocupación por el robo de boletas, haciendo más fácil su fiscalización.

Este sistema permitiría, además, la simultaneidad de todas las elecciones. Hoy en día hay varias fechas de votación, los argentinos van varias veces a las urnas para votar gobernadores, presidente y otros cargos. El argumento para mantener elecciones desdobladas es evitar la nacionalización de la elección. Con un sistema de boleta única se evitaría este problema ya que cada cargo se elige con una boleta distinta, impidiendo la posibilidad de poner una lista completa, haciendo que el elector sea consiente de cada decisión que toma.

Propuestas a futuro

El sistema argentino debería pensar una alternativa para solucionar este inconveniente sin la necesidad de su eliminación. Es muy fácil eliminarlas pero se debe evaluar seriamente si este tipo de elecciones ayuda a la democratización del sistema partidario. Que no funcione ahora no significa que en unos años no vaya a hacerlo, sino que se debe analizar si esto generará un beneficio a futuro. Si es así, vale la pena sufrir un par de encuestas caras con tal de democratizar a los partidos políticos.

En base a esto una alternativa posible puede ser que se presenten a la elección solamente aquellos partidos que no consensuaron su candidatura. Que no haya internas para las presidenciales no significa que no las haya para otros cargos, por ejemplo intendencias. La solución podría ser que en el cuarto oscuro solo estén aquellos que se presentan a internas. Esto disminuye el costo de impresión de boletas además de recompensar a aquellos que van a internas a través de la mediatización de sus resultados. Por ejemplo si el Frente de Todos y Juntos por el Cambio deciden ir con lista única, perderán propaganda política durante el momento de la elección.

La otra opción, la cual podría ser considerada urgente, tiene que ver con el cambio del sistema electoral y la generación de un gran acuerdo para unificar todas las elecciones. Que se voten todos los cargos un mismo día pero a través de un sistema de boleta única. De esta manera el costo se reduce considerablemente, se evita la nacionalización de las elecciones locales y se transparenta el sistema electoral haciendo mucho más fácil su fiscalización.

Finalmente debe garantizarse una elección con múltiples ganadores. En un sistema presidencialista, quien sale primero se lleva el premio y todos los demás pierden. Por el contrario, nuestro sistema proporcional para las elecciones legislativas permite que haya múltiples ganadores, es decir que aunque un partido saque un 10% y esté lejos del primer puesto, tendrá representación en el Congreso.

Lo mismo debe funcionar en las PASO. ¿Qué motivación tiene un partido para ir a internas cuando si pierde se queda con las manos vacías? Una posible solución es que las listas para diputados se armen de manera proporcional a los votos sacados dentro de una interna, de manera tal que incluso perdiendo una interna, esa facción tenga representación y candidaturas luego en la elección general, motivando que los que pierdan se mantengan dentro del partido y no busquen armar uno nuevo.

No debemos descartar algo a priori porque no lo vemos funcionar. Los cambios electorales llevan tiempo y ni desde el kirchnerismo ni desde el macrismo se tomaron en serio este tema. Las internas abiertas y obligatorias pueden ser un elemento fundamental para una mayor representatividad y democratización de los partidos políticos pero el problema no está en la norma sino en su aplicación. Antes de eliminarlas deberíamos evaluar qué posibilidades tenemos para lograr sacarle provecho, pero hasta que no haya voluntad política el debate seguirá siendo si las sacamos o no.


La fragilidad del cambio


El gobierno ha perdido todas las elecciones que disputó en este 2019 y empiezan las dudas de si podrá lograr la reelección. 

(De izq. a der.) Nicolás del Caño, Mauricio Macri, Cristina Kirchner, Sergio Massa y José Luis Espert.
(De izq. a der.) Nicolás del Caño, Mauricio Macri, Cristina Kirchner, Sergio Massa y José Luis Espert.

Este año se define si el rumbo tomado por el presidente Mauricio Macri se profundiza o cambia profundamente. Las encuestas varían de un lado a otro según quien las encargue y con candidaturas no definidas es difícil anunciar lo que va a pasar, pero algunas cosas pueden adelantarse. En principio hay algunas certidumbres. El gobierno buscará la triple reelección (Macri en la Nación, María Eugenia Vidal en la provincia de Buenos Aires y Horacio Rodríguez Larreta en la Capital Federal) a pesar de que muchos medios insisten en instalar el famoso "Plan V", es decir la postulación de Vidal para la presidencia.

No solo el gobierno se definió sino que ya se postularon los peronistas Sergio Massa y Juan Manuel Urtubey, el liberal José Luis Espert y el trotskista Nicolás del Caño, pero todas estas candidaturas son menores frente a los dos nombres que siguen rondando el discurso público. El primero de ellos es la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien hoy muchas encuestas la dan en primer lugar a pesar de mantenerse callada. Sin embargo, con la presentación reciente de su libro "Sinceramente" sería lógico pensar que si las encuestas le dan bien, podría presentarse.

El segundo nombre rondando, impulsado por una amplia gama ideológica que va desde el socialismo hasta el peronismo conservador, es el del ex Ministro de Economía de Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, Roberto Lavagna, quien si bien no está llegando al balotaje, entró con fuerza en la contienda posicionándose en el tercer lugar desplazando a su aliado (o no)Massa. Estos dos nombres podrán determinar para qué lado irá la elección pero se pueden aventurar algunas cuestiones respecto de las posibilidades del gobierno para su reelección.

Resultados electorales

A lo largo del año se fueron sucediendo diversas elecciones en donde el gobierno no ha sacado buenos resultados, ¿pero esto sirve para determinar que Cambiemos perderá las presidenciales? A priori, nos asegura que no logrará una victoria en primera vuelta ya que el caudal perdido respecto de las elecciones del 2017 es muy alto, pero si comparamos con las elecciones del 2015 a gobernador la merma no es tan fuerte. Cabe destacar que se han elegido gobernadores, por lo que la comparación más lógica es con 2015 y no con 2017.

En 2017, el macrismo sacó más del 40% de los votos. Si esto se repitiera podría ganar en primera vuelta pero las 8 elecciones provinciales que ocurrieron hasta el momento indican que no será así. Salvo en San Juan, en todas las anteriores disminuyó fuertemente su caudal de voto. El peor caso es el de Río Negro donde pasó de un 32% al 6%. También hay otros resultados como Entre Ríos y Santa Fe donde perdió más de 19 puntos, Chubut donde perdió 17 o Neuquén donde sacó 13 puntos menos que en 2017.

No solo estuvo (o está, dependiendo si la elección fue general o PASO) lejos de conseguir alguna gobernación sino que el PRO, partido principal del gobierno, perdió la interna de La Pampa frente a la UCR. También se le debe sumar la situación particular de Córdoba, uno de los bastiones fuertes de Cambiemos, donde se ha producido una fractura entre dos candidatos radicales, uno es el diputado Mario Negri, apoyado por el gobierno del PRO, y el otro es el intendente de la ciudad de Córdoba, Ramón Mestre, apoyado por el radicalismo local.

Si comparamos las actuales elecciones con lo que pasó en 2015 la situación no parecería tan pesimista para el gobierno. En 2015 Cambiemos logró un 34%. En algunas provincias, como San Juan o San Luis, el gobierno mejoró su desempeño 20 y 13 puntos más, respectivamente. En Chubut y Río Negro no hay grandes cambios ya que son provincias históricamente dominadas por el peronismo y en las cuales es muy difícil penetrar. Perdió 6 puntos tanto en Entre Ríos como en Neuquén, pero el golpe más doloroso lo sufrió con las últimas elecciones, las de Santa Fe, donde bajó al tercer puesto perdiendo 13 puntos con la elección a la gobernación anterior. Hay que ver si esto se traslada a las presidenciales.

Resultados electorales de 2015, 2017 y 2019.
Resultados electorales de 2015, 2017 y 2019.

En cuanto a Larreta y Vidal, no parecería haber problemas para la reelección del primero, segunda vuelta mediante, a menos que Martín Lousteau, candidato radical, decida presentarse pudiendo generarle un problema importante como en las elecciones del 2015 donde en primera vuelta la diferencia era de 20 puntos, pero en el balotaje se redujo solo a 3. La situación de Vidales más complicada, ganó con un frágil 39% en 2015, logrando un 41% en 2017 (ella no era la candidata pero se usó su imagen). Pero así como ella creció dos puntos, también lo hizo el kirchnerismo, pasando del 35% al 37%. Restará ver cuál de los dos partidos creció más del 2017 a hoy.

El mundo de las encuestas

Si bien hay que tomarlas con pinzas, muestran una tendencia acerca de quiénes son los candidatos más fuertes para acceder a la Casa Rosada. Distintas encuestadoras, como Opinaia, Real Time Data, Synopsis, Ricardo Rouvier, Raúl Aragón o Julio Aurelio Aresco, dan primera a Cristina Fernández de Kirchner superando los 30% pero aun lejos de una victoria en primera vuelta, mientras que el presidente Macri queda segundo, solo superando los 30% en la encuesta de Aresco, en todas las demás tiene un promedio aproximado de 25%.

En lo que coinciden todas estas encuestadoras, más allá de los números finales, es en una eventual victoria de la ex presidenta sobre Macri en el balotaje. Peor aun, hace pocos días se filtró una encuesta de Isonomías para un banco extranjero en donde la ex presidenta gana el balotaje por 9 puntos porcentuales, una diferencia muy grande para una segunda vuelta. La razón por la que le duele al gobierno es porque la realizó una encuestadora que ellos suelen contratar para diversos trabajos y a la cual le tienen mucha confianza.

Resultados recientes de algunas encuestadoras
Resultados recientes de algunas encuestadoras

Tanto para las elecciones de la provincia como de la Ciudad de Buenos Aires, es difícil medirlo porque no hay candidatos claros en la oposición, ni siquiera se sabe cómo se formarán las listas o si habrá unión del peronismo o no. Por las encuestas que aparecen, en la provincia el gobierno sigue dominando el interior mientras que el kirchnerismo lo hace en el Conurbano. Esta última formación, en donde surgen nombres como el ex Ministro de Economía de Cristina Kirchner, Axel Kicillof, la intendenta de La Matanza, Verónica Magario o el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, como candidatos a la gobernación.

La suma de estas listas, según la encuestadora Circuitos, daría aproximadamente un 41%, lo mismo que estaría sacando Vidal. Resta ver qué será más fuerte, si el efecto arrastre negativo de Macri haciéndole perder la gobernación al PRO, o el corte de boleta producto de la alta imagen positiva que tiene la mandataria en contraste con el presidente quien sigue aumentando su imagen negativa.

Panorama incierto

Hasta ahora, todo lo que se diga de las elecciones serán especulaciones. Los dos candidatos más fuertes de la oposición, Cristina Kirchner y Roberto Lavagna, no oficializaron sus candidaturas y siguen siendo una incógnita. Por otro lado, el presidente Macri anunció que iba por la reelección pero es presionado constantemente por varios sectores económicos para que se baje y le ceda su lugar a Vidal, o que por lo menos acepte al radical Lousteau como vice.

Hasta en tanto no se defina nada de esto es imposible determinar a ciencia cierta qué pasará en agosto (PASO) y octubre (generales) ya que las mismas encuestas aclaran que dependiendo los nombres en juego, los números varían constantemente. No queda otra que esperar pero hoy está la certeza de que el gobierno está en la situación más débil desde que se volvió oficialismo y su reelección no es tan clara como lo era en 2017, sino más bien todo lo contrario, realmente parece muy difícil que puedan volver a ganar.

© 2019 Alejandro Román - Mundo del Revés periodismo
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